¡Viva, viva la Befana!

Anoche llegó la magia a los hogares, y los niños se despertaron con una sorpresa en sus zapatos. Pero ¿quién será el responsable de esta alegría? Algunos se lo adjuricarán a los majestuosos Reyes Magos con sus camellos, pero en Italia es la Befana quien llena de presentes los zapatitos de los más pequeños de la casa.

Llegó en su escoba

Según la tradición italiana, la noche del 5 al 6 de enero, una vieja bruja, buena por supuesto, visita los hogares italianos para dejar regalos y dulces a los chicos que se han portado bien este año. La Befana está retratada como una anciana buena y sonriente, que vuela en una escoba como buena bruja, llevando una bolsa con dulces y regalos para los niños italianos. Pero parece que nadie se escapa del carbón, ya que también en la tradición italiana, los niños traviesos reciben un carbón en vez de presentes y chocolatines. Aunque podemos afirmar, debido a información de fuentes confiables, que este año todos los niños se portaron muy bien, por lo que nadie recibirá carbón en sus medias.

“La befana vien di notte con le scarpe tutte rotte, il vestito alla romana. Viva, viva la Befana!”  La befana viene de noche con los zapatos rotos y el vestido a la romana ¡viva, viva la Befana! con este cantico los niños festejan la llegada de la magia y la ilusión que trae la vieja bruja. Mientras que, en Argentina, dejan pasto y agua para los camellos, los niños italianos también se preparan la llegada de la Befana. La tradición indica que deben dejar preparado un pequeño refrigerio para que esta señora mayor, pueda recuperar sus fuerzas y seguir su ardua tarea. Para esto dejan fruta, queso y vino.

El origen de la Befana

La historia comienza con el relato del camino de los Reyes Magos que se dirigían a Belén para llevar presentes al Niño Jesús. Pero cuenta la leyenda que, durante el viaje se cruzaron con una anciana, a quien pidieron indicaciones. La anciana amablemente los atendió y guio por el camino correcto. Los Reyes Magos invitaron a la anciana a acompañarlos a conocer al Niño Jesús, pero la anciana se negó. Pasaron los días y la anciana se arrepintió de su decisión, preparo una canasta con duces y partió tratando de alcanzar a los tres Reyes. A pesar de sus esfuerzos no pudo alcanzarlos ni encontrar donde estaba el Niño Jesús. Al no tener manera de saber dónde se encontraba, fue casa por casa dejando dulces en los calcetines de todos los pequeños que encontraba en el camino, con la esperanza de que alguno de ellos fuera niño Jesús.

Esto se repite cada año, cuando llegado el 5 o 6 de enero, la Befana se sube a su escoba y recorre Italia, repartiendo dulces y regalos para celebrar el nacimiento del niño Jesús. Mas allá de las tradiciones que tengamos en casa, si dejamos pasto para camellos o si esperamos con ansias la llegada de la anciana Befana, es menester rescatar el espíritu de estas festividades. Los adultos anticipando emocionados, pensando en la cara de todos esos niños que despertarán llenos de ilusión para encontrar en su zapato un poquito de alegría. No importa el tamaño ni el valor de los presentes, tan solo una bolsita de dulces alegra los inocentes corazones. El regalo es lo de menos, lo importante es la intención. Preparemos nuestros zapatos, porque, como dice mi abuela, quien cree recibe.