Si en la secundaria tuviste química como materia no podés no haber escuchado el nombre de Amedeo Avogadro. Este piemontés, nacido en Torino el 9 de agosto de 1776 fue uno de los físicos y químicos más brillantes de Italia. Su sabiduría era tanta que llegó a dar clases en la Universidad de Torino por más de treinta y cinco años. Seguramente, lo primero con lo que lo asocies es el llamado “número de Avogadro“, pero no es lo único por lo que Avogadro es conocido dentro del campo de la química. Uno de los descubrimientos más grandes que le debemos es el de la ley que hoy también conocemos por su nombre.
La Ley de Avogadro, inicialmente se apoyó tanto en la teoría atómica de John Dalton como en la ley de Gay-Lussac sobre los vectores en movimiento. Tomando estas dos contribuciones, Amedeo Avogadro llegó a una conclusión que revolucionaría el mundo de la química. Según él, “volúmenes iguales de gases diferentes, en las mismas condiciones de presión y temperatura, contienen el mismo número de moléculas“. Sostener esta hipótesis, a su vez, conllevaba clarificar la diferencia entre los conceptos de átomo y molécula que fue algo que también logró hacer satisfactoriamente.
Mientras esperaba que la comunidad científica se hiciera eco de sus descubrimientos, fue la Universidad de Torino la primera casa de altos estudios que le abrió sus puertas y creó para él la cátedra de física. El único momento en que su actividad académica fue interrumpida fue durante las revoluciones que se estaban organizando en contra del rey de Cerdeña. Al comprobarse que Avogadro las apoyaba, la universidad declaró que el físico se estaba tomando un tiempo adicional para sus investigaciones. Pocos años después, cuando mermó su actividad política se le permitió volver a dar clases, básicamente porque los torineses no querían perder las contribuciones que podría brindar en el campo de la academia.
Además del número y la ley de Avogadro hay otros elementos dentro de las ciencias naturales que también lo homenajean. Tanto un cráter lunar como un asteroide se llaman Avogadro gracias a él.
¿Alguna vez te contaron esta historia? ¿Sabías que Avogadro era italiano?
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