La llegada del solsticio de junio marca una nueva etapa. Desde antiguas culturas señalan este momento como de purificación. Las costumbres paganas se sincretizaron con el cristianismo llegando a nuestras tierras. Hoy te contamos algunas costumbres misioneras e italianas que rodean la noche de San Juan.
El origen de la noche de San Juan
Muchas culturas antiguas ya tenían ritos alrededor con el solsticio de verano boreal, que se relacionaba con el cambio de cosechas y veneración de dioses. Los romanos dedicaban la fiesta a la diosa de la guerra y la sabiduría, Minerva.
Según La Vanguardia: “en la Biblia, esta fecha aparece como el día en el que nació San Juan Bautista y que su padre Zacarías mandó encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo Juan. El cristianismo asimiló esta tradición y la adaptó a su calendario, motivo por el cual se relaciona la costumbre de prender las hogueras con el nacimiento de Bautista”.
San Giovanni
En el pasado esta fecha estaba rodeada de misticismo, espantar a los malos espíritus y buscar un cambio de fortuna. En Europa marca el inicio del verano y las vacaciones. Cada país tiene sus celebraciones alrededor del cambio de estación. Todas coinciden en algo: fuego, diversión y noche.
En Italia, cada región, cada pueblo tiene sus tradiciones particulares alrededor de la Noche de San Giovanni. Es un santo muy popular, en Roma el Papa participa en la procesión hacia la basílica de San Giovanni en Laterano el 23 de junio. El primo de Jesús también es el santo patrono de Florencia, por lo tanto el lugar ideal para festejar la ocasión.
“En Florencia se celebra a lo grande con la ofrenda de los cirios y el partido entre barrios del calcio histórico florentino. A estas actividades se le suma la carrera de botes de remos en el río Arno, los cuales preceden, a la explosión de fuegos artificiales” da cuenta el blog La Dispensa de CBG.
En Pisa se realiza “il Giocco del Ponte”, un juego medieval, donde dos equipos empujan una carroza en sentidos contrarios sobre el Ponte di Mezzo. Sin embargo, la más destacable ocurre en la Fiesta del Lago di Como, en Lombardía. De acuerdo a la web La Tagliatella: “miles de farolillos y fuegos artificiales inundan el lago, iluminando la noche más breve del año para conmemorar la batalla de la isla de Comacina frente a la invasión lombarda de 1169 y dar paso así al ansiado verano”.
La noche de San Juan en América
La llegada de los inmigrantes europeos a Sudamérica trajo consigo la Noche de San Juan. Aquí se festeja el solsticio de invierno. Al igual que en Europa, cada ciudad tiene tradiciones únicas con el fuego como elemento purificador. En Misiones se realizan cada noche del 24 de junio, donde los vecinos lo celebran en sus parroquias o centros deportivos o culturales.
El documental “Y que viva el señor San Juan” de la antropóloga Ana Zanotti describe la celebración como: “la celebración del fuego, síntesis de la continuidad de la vida y, a la vez, medio de efectiva identificación y cohesión popular”. Es un encuentro popular entre vecinos, familiares y amigos, donde se compartes desde pizzas hasta comidas tradicionales de la zona.
También, es la oportunidad para encontrar el amor a través de “las pruebas de San Juan”. Una serie de costumbres que se realizan durante el día para conocer a tu pretendiente. Pruebas que van hasta dejar a un gallo en ayunas, apuñalar un banano o arrojar un balde de agua frente a la casa.
El fuego, el protagonista de la noche de San Juan
Si algo marca esta fiesta es el elemento ígneo. Los juegos más populares como la pelota tatá, el toro candil, el cruce de las brasas y la quema del Judas no tendrían sentido sin él. El primero es un juego de fútbol con una pelota de trapo prendida con querosén. El segundo, es escapar de una persona disfrazada de toro con los cuernos encendidos que persigue a la muchedumbre. El tercero, es el momento más religioso de la noche, las personas ponen a prueba su fe caminando sobre una plancha de brasas calientes.
Otro juego famoso de la noche es el palo enjabonado, que consiste en subir a un mástil engrasado para obtener un premio que cuelga en la punta. Por último, la quema del Judas, un muñeco de trapo, siendo incinerado en una hoguera que marca el final de la noche. Así, como relata el documental de Ana Zanotti sucede una fiesta que “no es el manantial de lo puro, de lo auténtico, de las formas originales. Su valor fundamental está en su persistencia, a pesar de los cambios, entretejiendo lo antiguo con lo nuevo”.
