Los inicios de la historia de don Keko Bregagnolo, fueron contados por itMisiones anteriormente, es por eso que hoy presentamos a los lectores de este medio ítalo-misionero (como también lo es Keko), la 2da parte de su historia de vida. Su familia y las raíces italianas que pugnan por salir constantemente, esta vez, sin embargo compartimos un breve repaso por su biografía y a través el sueño que la motorizó.
Para continuar la historia
Sin lugar a dudas en Aristóbulo del Valle, Don Keko es para todos, un amigo, un conocido, un vecino, uno más. Pero uno más que sobresale del montón. Pues ha sido para la gran mayoría motivo de inspiración, una voz guía, una mano en el hombro en señal de aliento, un compañero de experiencias.
Tiempo atrás al entrevistarlo, el ir y venir de sus hazañas perecíanos más un relato de aventuras que la vida real de un conciudadano. Con una memoria prodigiosa narra su historia personal, señalando fechas y eventos históricos que se compaginan con sus propias proezas.
Así sabemos que nace un 17 de abril de 1937 y vivió sus primeros años en la localidad de Campo Viera. Allí compartió con sus compañeros de escuela la noticia del fin de la segunda guerra mundial. El paso del afamado piloto Fangio, por la tierra colorada. El germen de un sueño nacía.
Y los años fueron pasando
Don Keko dejó su primer hogar para mudarse a Posadas. Allí paso a ser alumno del colegio Nº 6 “Hernandaria”, desoyendo el mandato paterno. Empero esta decisión fue la que posteriormente le permitió convertirse en maestro normal nacional.
Aunque el sueño fueran las clases de educación física comenzó su trajín en una escuela rural. Así en 1957 en Campo Ramón, adoptó el rol de director, a una muy temprana edad. Las circunstancias fueron apremiantes, había mucho que hacer. Acá también comenzó un inmenso respeto por la profesión docente.
Con los años ese respeto lo volverá un aguerrido defensor de los intereses de los educadores. Alguien que le dedicó toda su vida a la enseñanza, sabe muy bien los pros y contras de esta profesión. Hoy aún sigue en lucha. A sus 84 años de edad, acompaña asambleas, marchas y reuniones.
Ciertas condiciones de salud se interponen en el sueño de ser profesor de educación física. Pero, las vueltas que da la vida le fueron abriendo nuevas oportunidades. Nuevas amistades, buenos lazos con colegas y profesionales, empezaron a rendir frutos. Debió abandonar el fuerte… el sueño se guardó en el baúl de los recuerdos.
Un sueño conquistado
“No lo busque ni lo esperaba, se dio”. Esa frase parece sintetizar este tramo de su historia. Muchos años después, acompañando a un antiguo profesor en una travesía por escuelas rurales remotas el sueño resurgió.
Como en un crescendo la aventura cobraba fuerza. Primero en Cerro Azul junto al profesor Pierotti. Luego en Aurora, en una de las regiones más apartadas. Y desde allí, a San Ignacio. Acompañando, trabajando, aprendiendo en el proceso. Empero la gran oportunidad llega con un campamento juvenil en Bariloche para profesores de educación física.
Allí, al fin el sueño se concreta. Estuvo largos meses en el punto más álgido del país. Pero la recompensa ensancho su corazón. Al fin era profesor de educación física. Enseñó más que destreza física, trabajo en equipo, o disciplina. Enseñó a amar el deporte, a respetar la voz del cuerpo y a cuidar de nosotros mismos.
Con el paso del tiempo fundó una escuela de natación. Y llegó incluso a más personas… marcó vidas, caracteres y corazones. Con los años Don Keko sigue haciendo camino al andar. Y sus hijos y nietos caminan en la ciudad de la mano de una leyenda popular.
