Aproximadamente a unos 140 kilómetros de distancia de la capital de la tierra colorada, y unos 6 kilómetros de la localidad de Aristóbulo del Valle se encuentra el famoso Parque Provincial Salto Encantado.
Sobre su creación
El Parque Provincial Salto Encantado es una de las tantas áreas naturales protegidas que ofrece la provincia de Misiones.
Fue creado como tal a través de la Ley XVI N° 27 antigua Ley 2854. (Ley compartida con la creación del Parque Moconá).
Cuenta aproximadamente con 13.000 hectáreas dentro de las cuales predominan un gran número de saltos y cascadas sobre el arroyo Cuña Pirú, siendo el principal el Salto Encantado.
Éste tiene unos 64 metros de altura, y representa el principal atractivo del área protegida.
PhotoCredit: Fernando Alessio
¿Qué ofrece el Salto Encantado?
El parque ofrece una serie de senderos que van variando de acuerdo a sus distintos niveles de dificultad, trazados en medio del entorno natural.
A su vez, cuenta con senderos agrestes, los cuales permiten acceder a vistas privilegiadas del parque.
Algunos senderos de mayor dificultad, valen la pena ya que a través de ellos se puede llegar al salto La Olla, Picaflor y Escondido. Al ser más difícil su acceso, son menos concurridos, situación que permite apreciar de mejor manera el entorno.
Además de senderismo, es posible realizar avistaje de aves. Este entorno natural alberga alrededor de 214 especies de aves lo cual hace que sea una actividad bastante entretenida. Además, dispersos por el área, habitan al menos unas 36 especies de mamíferos.
El parque ofrece a los visitantes servicios completos. Sanitarios, venta de artesanías y servicio de información turística. La gastronomía no es un tema aislado. Se ofrece una variada carta con alimentos y platos típicos de la zona.
La leyenda del Salto Encantado
Cuenta la leyenda que en la profunda selva misionera vivían dos tribus. El cacique de una de ellas era Aguará y el cacique de la otra, Jurumí. Ambas eran grandes enemigas.
Aguará tenia una hija llamada Yete-í. Se cuenta que era tan bella que todo el que la conocía la pretendía de esposa y muchos caciques de la región ofrecían inmensas riquezas por su mano.
Por su parte, Jurumí, tenia un hijo llamado Cabure-í. Este era conocido por su coraje y habilidad tanto para las guerras como para salir de cacería.
PhotoCredit: Fernando Alessio
En una de las salidas de cacería, Cabure-í fue atraído por el grito de terror de una joven. Se dirigió corriendo a gran velocidad hasta encontrarse con la bella Yete-í, quien estaba a punto de ser atacada por un yaguareté. Quiso el destino que ambos jóvenes se conocieran en esta circunstancias.
Cabure-í no dudó en rescatarla y clavó su lanza con certeza en el corazón del animal.
El amor entre ambos jóvenes nació y creció a partir de ese momento.
El desenlace de esta historia
La leyenda continúa en cómo las tribus se opusieron al amor de estos jóvenes. No lo aceptaron y volvieron a luchar sangrientamente.
Yete-í, angustiada por esta situación, corrió hacia el campo de combate derramando lágrimas las cuales al caer al suelo iban formando una especie de hilo cristalino de agua. Cuando Cabure-í la vio, no dudó en correr hacia ella hasta alcanzarla y tomarla en sus brazos.
Los guerreros de Aguará dispararon flechas hacia Cabure-í, mientras que los de Jurumí hacia Yete-í.
En ese instante una serie de truenos ensordecedores hicieron temblar el cielo y la tierra, produciendo que el suelo se abriera de forma tal para refugiar a los difuntos enamorados.
Los guerreros vieron caer las aguas del arroyo formado por lágrimas de Yete-í. Tupa con su poder sobre todas las cosas, había creado el Salto Encantado.
Ante esta situación, con mezcla de sentimientos de angustia y culpa, Jurumí y Aguará no volvieron a luchar en memoria de sus hijos que supieron amar, a pesar de las diferencias.