Nunzio Fazio: “Nosotros nunca perdimos la italianidad”

En diálogo con itMisiones, Nunzio Fazio un inmigrante italiano que vive en la ciudad de Posadas desde su infancia, contó su historia migratoria entrelazándola con la de su propia familia y la adaptación que tuvieron en la sociedad misionera.

Idas y vueltas en barco

“Mis padres Francisco y Benedicta, dos de mis hermanos y yo, somos de Trebisacce, Consenza, de Calabria. Papá y Mamá vinieron por primera vez a la Argentina en 1926. Después de la 1er guerra mundial, con mi hermano Antonio que tenía 2 años. Y en el 1928 mi único hermano argentino nació acá. Mi papá trabajaba de sastre en Rosario y mi mamá tenía asma. En esa época le médico le dice que la recomendación para sanarse era volver a la naturaleza original, al clima italiano. Así se vuelven el matrimonio con mis 2 hermanos en el año 1930. Y allá mi papá sigue trabajando en su metiere de sastre, y en el 32 nace mi hermano Domingo. Después de la 2da guerra mundial, nazco en el 44 y en el 52 nosotros vinimos, pero papá llegó primero, en el 50 a Argentina”.

Pero antes de que todos los Fazio retornen a la Argentina, Nunzio explicó que: “se enteran que en Posadas andaban necesitando un cortador sastre, viene sólo mi papá, el resto estábamos en Italia. Pero Paolo, mi hermano nacido en Argentina, tenía que hacer el servicio militar, en Italia o Argentina, pero tenía que hacerlo. Como estaba todo planificado para que nosotros todos viniéramos acá cuando casara Antonio, mi hermano mayor, se viene Paolo a Posadas donde estaba mi papá que trabajan en la sastrería Montecarlo de Litvin”.
Y así es que: “en enero del 1952, cuando se casa vinimos con mamá, mi hermano Domingo y Antonio con Esterina Tirosta, su esposa. Viajamos en el Giulio Cesare, en el 3er viaje que hacía ese barco, era el más grande que venía a Argentina. Llegamos en febrero a Buenos Aires. Acá estaba mi papá y mi hermano Paolo que ya había hecho el servicio militar. Yo tenía casi 8 años, estuvimos toda la familia reunida”.

Los Fazio en la tierra colorada

“Vinimos a Posadas en el tren, teníamos 3 baúles. Todo lo que traíamos estaba ahí, ropa, cubiertos, lo que había en la casa. Era todo tierra, papá tenía una casa alquilada en Córdoba entre General Paz y 25 de Mayo, estábamos a 2 cuadras de la estación pero tuvimos que ir en carreta esas 2 cuadras. Me parecía ver totalmente otra cosa, en Trebisacce vivíamos a una cuadra y media del mar, otro clima, más frío en invierno, nada que ver con el pleno verano de Misiones. La que más sufrió fue mamá, con su asma, pero estuvo mucho más controlada”.

Según relata nuestro entrevistado: “papá abrió su sastrería propia en donde ahora es la galería americana, calle Félix de Azara. Se llamaba Sastrería Fazio. Mi hermano mayo trabajó en Mazzanti Construcciones, yo fui toda la primaria al colegio con Hugo, en el Roque González. Mamá era ama de casa, en tradición ella nos impregnó con una italiandiad muy fuerte”. Y confirmó que: “la adaptación nuestra fue buena, sin inconvenientes, rápidamente. Mi hermano mayor trabajaba con Mazzanti, mi hermano argentino Paolo trabajaba en el Banco Nación y Domingo el más chico se recibió de Perito Mercantil y trabajaba en Banco Provincia, yo también trabajé allí. Me casé con Esther Cabral, después de un largo noviazgo.”

La mesa familiar

Sobre las costumbres familiares que sobrevivieron y se arraigaron después (y a raíz) de la inmigración, Nunzio Fazio rememoró entre nostalgias que: “toda la familia era italianidad, se comía en casa de mamá indefectiblemente. Era pasta sí o sí, que hacía ella, gnocchi, tagliatelle, farfalle. Entre mi mamá y mi cuñada era todo tipo de pasta y salsa, pero a mi mamá le costó mucho adaptarse a la manera de comer acá. Acá no había rúcula, brócoli, berenjena, nada de eso. Cambió todo el recetario. Pero lo que siempre me acuerdo las fiestas de fin de año, una preparación todo casero. Morrones relleno, berenjenas rellenas, mucha verdura y asado muy poco, recién cuando vivíamos aparte y mis hijos eran grandes”.

Fazio reflexionó sobre el modo en que se organizaron las tareas en su casa y dijo: “tuvimos un defecto, nosotros los varones en la cocina no podíamos entrar, era el reino de mamá. Uno le pedía lo que quería comer y ella lo hacía, y cuando tuvo sus nietos, les daba todo”. Por otro lado, recordó: “nunca perdimos la italianidad. Siempre nos reuníamos, teníamos contacto, yo tengo una italianidad que me asombro, la RAI es permanente, en el celular Il Corriere della Sera, sigo el deporte italiano y argentino, sé todo. A veces tengo roces, pero yo soy fanático de Italia. Es bueno y hasta ahí nomás”.

Nunzio Fazio en la Sociedad Italiana

“Me incorporé a la Sociedad Italiana porque los conocía a todos. Tibbola, Mazzanti, Torre, Morziani, Bruni, me sumé como el más joven, por la relación con papá que sí estaba en el Círculo, él tenía mucha vida social. Ahora soy vocal, estoy bien integrado, sin problemas”, remarcó Fazio a itMisiones. Y siguiendo esa línea explicó la diferencia entre estas dos entidades: “era por un lado el Circulo Italiano y por otro la Comisión de la Sociedad Italiana, esta no tenía tanta actividad. Porque el edificio, frente a la plaza, en la parte baja tenía el café bar Tokio, primer piso LT4 y después El Progreso, no había sede, estaba sólo el Círculo. Y cuando nos cambiábamos a la calle Santa Fe, ahí sí se arma muy bien la Sociedad Italiana, en el año 1990. El edifico de calle Santa Fe se construyó para la Sociedad Italiana. Se hizo para darle sociabilidad a los socios”.