María Laura Qüesta y su amor al arte son parte, desde su juventud, de aquella incipiente Colectividad Italiana de Oberá, y un grupo juvenil que había en ese momento, llamado “Rondine”. Descendiente por parte paterna, del Piamonte y Génova. Es maestra jardinera y lo hace con pasión, pero le hubiera gustado ser arquitecta o paisajista. Talento es lo que le sobra.
Festejar las raíces
Cuando la Fiesta Nacional del Inmigrante se inició, en el año 1980, se hacía en el Complejo Polideportivo Ian Barney de la ciudad de Oberá. Allí las diferentes colectividades se reunían con stans donde venían sus comidas típicas, algunas artesanías de sus países. La cancha de básquet era el espacio para los espectáculos. Y la cancha de fútbol fue el lugar destinado para los stands. Alemania, Brasil, España, Italia, Japón, Paraguay, Polonia, Suiza, Ucrania y los Países Nórdicos (Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca), eran parte de esa fiesta.
Actualmente la Fiesta del Inmigrante dura diez días, tiene un predio denominado Parque de las Naciones donde cada colectividad construyó su casa típica con el estilo propio del país de origen. Y se da comienzo a la Fiesta en septiembre, con un desfile inaugural desde el centro cívico de Oberá hasta el Parque, donde todas las colectividades desfilan juntas con sus trajes típicos.
Golondrinas de la Colectividad Italiana
María Laura comenta “inicié a trabajar en la Colectividad Italiana cuando todavía estaba en el Complejo Polideportivo Ian Barney. Yo tenía 21 o 22 años”, ingresó al grupo Rondine con alrededor de 20 personas de la misma edad. Se dedicaban a armar la casa (fachada, patio, mesas, quiosco), servir la comida a los visitantes, había quienes bailaban en el ballet de la Colectividad Italiana. Y también contaban con un coro. María Laura estaba involucrada más que nada y por su amor al arte, a hacer exposiciones durante el año de alguna temática italiana.
Recuerda que recorrían las zonas de Misiones donde había muchos inmigrantes tanos o sus descendientes, como Campo Ramón, y Villa Bonita. Ahí buscaban elementos que hayan sido traídos desde Italia para exponerlos. Baúles, máquinas, banderas, planchas, ropa, entre tantas otras. Todo era un préstamo para honrar la memoria del esfuerzo de esos inmigrantes.
Los trajes típicos y el amor al arte
“Mi pasión siempre fueron los trajes. Me preocupaba por investigar, desde Rondine. Cómo era la ropa, por qué. Me involucré mucho en la historia de Italia. Únicamente conociéndola se puede comprender por qué la ropa era así, qué tela era, qué accesorios tenían. Era por los diferentes comercios, las perlas, los cambios. Por ejemplo eso explica la seda en los mantos romanos” dice María Laura. Se fue transformando en una pasión inmensa, y a medida que ella presentaba ideas, comenzó a trabajar con las reinas de la colectividad. Necesitaban un traje destacado y nuestra entrevistada se lo podía dar. Según ella casi sin querer se quedó en ese lugar.
“Siempre somos dos asistiendo a la chica que en ese año fuera reina”. Dice que el traje que más trabajo le llevó fue uno del Carnaval Veneciano, hizo el modelo a mano, lo pasó a la tela y ahí lo fue bordando. “Ese traje me parece que fue increíble, estuve tantos días trabajando en eso. Cuando lo vi en el escenario no podía creer, la emoción era tan grande, no podía creer que lo hice yo”. Ver su trabajo terminado es satisfactorio. Cuenta María Laura que no cobra sus trabajos para la Colectividad. “Es mi manera de decir que pertenezco, de devolver lo que me da la italianidad”
El amor al arte sobrepasa los trajes típicos
“Los trajes romanos me encanta, tienen muchas partes. Los mantos con los metros de tela, desde la cabeza, los hombros. Las túnicas que van abajo. Se muestra el poderío romano”. María Laura aclara que ella no confecciona los trajes, los borda, se ocupa de todos los detalles, y presenta los modelos para realizar. Incluso fabrica los accesorios cuando no consigue lo que ella espera.
Además de bordar y confeccionar los accesorios de los trajes típicos, María Laura dice “ya no me acuerdo todo lo que hice para la Colectividad. Pero sí tengo en mente los 21 estandartes que hice pintados a mano, uno por cada región de Italia y uno con el escudo de la República” y recuerda que cuando los vio flamear durante el Desfile Inaugural de la Fiesta del Inmigrante fue fantástico, estaba realmente emocionada. También pintó a mano y por completo un carro al estilo siciliano, decoraron hasta los caballos para que la imágen sea exacta.
María Laura al mirar los estandartes, nos cuenta que pensaba “estamos representando a toda Italia, a cada inmigrante de todas las zonas” Y eso es lo que ella logra a través de su trabajo, representar amor por la italianidad.