En Argentina es muy frecuente encontrar a personas con ascendencia italiana, también hay varios italianos que se trasladaron a nuestro país, algunos persiguiendo sus sueños, otros buscando un futuro más claro y también quienes llegaron a nuestro país por motivos más personales. En esta ocasión les presentaremos la historia de Vincenzo Acquaviva, el italiano que se enamoró de la tierra colorada.
Italia en primera persona
El italiano Vincenzo Acquaviva, es originario del sur del bel paese, específicamente de la región de la Puglia.
En diálogo con itMisiones, el entrevistado contó que por diferentes motivos, su vida estuvo colmada de viajes y experiencias. La primera parada fue al norte de Italia, en el Piemonte, precisamente Turín. Luego, en el año 2005 se trasladó a las Islas Canarias pertenecientes a España.
La vida en la isla volcánica de Lanzarote transcurrió durante 5 “maravillosos años”, en palabras del italiano, pero el tiempo pasó y llegó con diferentes cambios, entre ellos nuevas ideas y ¿por qué no? nuevos proyectos.
Pasado este tiempo, Acquaviva viajó hacia América del Sur, para instalarse precisamente en Colombia, lentamente se iba preparando, sin saberlo, para adentrarse en Misiones y su clima subtropical. Latinoamérica lo estaba recibiendo y él se iba aquerenciando más con nuestro continente.
Allí vivió por 2 años y medio aproximadamente, pero las prioridades cambiaron nuevamente, y en esta ocasión regresó al bel paese. Es así que este italiano, se quedó en la ciudad portuaria de Salerno en la región de Campania, la segunda región más industrializada del sur de Italia.
“Realmente una zona hermosa de Italia, donde está la famosa costa amalfitana“, expresó nuestro entrevistado.
Allí fue a visitar a su hija, que actualmente tiene26 años y es la mayor. Cantante y amante de los idiomas, además posee un master en floristería.
El hijo menor del italiano, tiene 20 años y está estudiando informática en la Universidad de Bologna. Según contó el entrevistad: “Es un apasionado de los juegos, y quiere ser programador”. Durante su estadía en Salerno, Acquaviva no imaginaba que todo podría cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
La llegada a la tierra colorada
En cuanto al plano sentimental, alrededor del 2014, el italiano conoció a Lidia Ester Espinoza, una misionera que se convertiría en su pareja, y su compañera de ideas y proyectos. Esta vez, la historia de Lidia y Vincenzo no se dio por cartas que viajaban en barcos, sino más bien en mensajes de redes sociales que viajaban por cables subacuáticos y satélites. Se conocieron por Facebook y pronto encontraron una manera de estar juntos.
Tras bastante tiempo de mantener comunicación a distancia, comenzaron a planificar un futuro. “No se dio la oportunidad de que ella fuera a Italia, entonces decidimos que yo venga a Misiones“, argumentó el entrevistado. “Cuando programamos que yo venga para acá, le dije ‘si voy ¿qué hacemos? ¿a qué nos dedicamos?’, pensando en nuestro futuro”, pensaba Vincenzo antes de venir a Misiones.
De este interrogante surgió la idea de unir fuerzas y abrir una casa de comidas en la capital de la tierra colorada. La particularidad de esta casa de comidas es que comenzó con la idea de traer los sabores italianos a Misiones. Vincenzo confesó que se adentró al mundo gastronómico por hobbie, y finalmente terminó siendo un sustento y su nuevo estilo de vida.
Vincenzo y la gastronomía misionera
Cambiar de país implica aceptar nuevas reglas del juego, y por ende, nuevas costumbres. Adentrarse a un nuevo mundo donde todo es diferente, y hasta los detalles marcan nuevos desafíos.
El primer contacto que este inmigrante moderno tuvo con la gastronomía misionera y argentina no fueron precisamente coincidencias, porque lo que más llamó la atención de Vincenzo era la cantidad de carne que se come: “Nosotros en Italia comíamos carne 2 o 3 veces a la semana y cuando vine acá vi que mi pareja cocinaba carne todos los días, y yo le decía… ¿otra vez carne?”, recuerda con humor el entrevistado.
Entre risas, Vincenzo comenta que cuando prepara algún plato italiano que no tiene carne, su pareja le pregunta: “¿solo eso? ¿no lleva carne?”. Otra anécdota que recordó Acquaviva fue el impacto que le produjo al principio nuestro “estofado”. “Una especie de ensopado que le ponen pasta. Yo veía el fideo tirado en la salsa liquida, es un sacrilegio para nosotros”, dijo riendo y aseguró que: “Ahora lo como sin problemas”. Pero un ingrediente fundamental en la cocina misionera supo conquistar su tano corazón, la mandioca. “Me encanta la mandioca, me parece riquísima”, confirmó.