Elena Ferrante es un enigma de la literatura italiana. Bajo este seudónimo se han publicado una gran cantidad de obras. De las cuáles, se destaca la saga “Dos amigas”. Nada queda muy claro sobre la identidad de este autora ¿o autor? Mas nadie puede dudar de su poder literario. Pues bien aquí dejamos una opción de lectura para los días de otoño misioneros.
La saga Dos amigas de Elena Ferrante
La tetralogía de “Dos amigas” comienza con la obra “La amiga estupenda” de 2011. La misma establece lo que será el hilo conductor de sus siguientes trabajos. Todas ellas reconstruirán las memorias narradas por una de las protagonistas. En este primer libro Elena y Lila, harán convivir los avatares de sus vidas a través de un evento disparador. Cuando Elena, ahora una mujer de 60 años se ha enterado de la desaparición de su amiga.
Empero, en su código de amistad ella comprende que no debe temer. Así decide hacer su parte recuperando las memorias compartidas y aquellos hechos que habían sido silenciados con el correr de los años.
La siguiente obra es “Un mal nombre” publicada en 2012. Allí la intrincada vida de estas protagonistas vuelve a escena. La violencia y el abuso, son el hilo transversal. Pero las mujeres no son débiles, oponen resistencia.
Los dos últimos libros de la saga de Elena Ferrante
En el siguiente libro “Las deudas del cuerpo” de 2013. Las posibilidades que acogen a ambas protagonistas sirven de paralelismo con la realidad. Ser mujer en esa época sesgaba las opciones aún más que en la actualidad. Poder decidir, abrirse paso y tomar sus propias decisiones no siempre depende de la determinación de una mujer. Sino que, muchas veces las opciones a las que puede acceder determinan el curso de las historias. ¿O no?
Finalmente en “La niña perdida” obra de 2014, las protagonistas enfrentan los últimos avatares de los que Elena decide dar cuenta. Sus historias de éxitos y fracasos, amorosos, económicos, sociales, y familiares las vuelve el ancla infalible de la otra. Pero la desaparición de Lila era inevitable. Así lo ve Elena y así lo busca trasmitir en una suerte de biografía compartida.
El poder del anonimato
Para los amantes de los libros, el universo de los seudónimos es una expresión más del arte. No es extraño que muchos literatos se hayan escondido tras nombres ficticios. Incluso autores consagrados se ocultaron tras un velo ocasionalmente.
Un ejemplo. La famosa J. K Rawling, que comenzó escondiendo su género tras las iniciales de su nombre. Y no perdió la maña. Luego del triunfo de su saga Harry Potter, confesó escribir una novela policiaca bajo el nombre de Robert Galbraith.
Pero en el caso de Elena Ferrante la insinuación y el anonimato van de la mano. Pues hace jugar las interpretaciones de los lectores. Por ello decide llamar a la protagonista de su saga “Elena” precisamente en un guiño con el género autobiográfico. Pero, esa sería la historia detrás de una ficcionalización. Nada se sabe sobre la mano que escribe realmente estas obras.
¡Muy bueno!