El bel paese tiene mucho para ofrecer cuando de gastronomía se trata. A punto tal que decir que un alimento tiene ingredientes italianos, o está hecho “a la italiana” le da una calidad (o al menos una apariencia de la misma) que no se puede lograr de otro modo. Italia se convirtió en un sello de calidad.
Calidad italiana
Es interesante pensar en el caso del tomate. Fruta nacida y criada en América, con acento mexicano. La palabra azteca “tomatl” significaba simplemente “fruta hinchada” y llevada a Europa por los españoles (en su retorno del “descubrimiento” de América) en el siglo XVI.
Cuando llegó a Italia el color del tomate era amarillo, por eso los tanos decidieron denominarlo “pomo d’oro”. Actualmente, el tomate representa a Italia, y a sus comidas no le puede faltar este ingrediente. Generoso, rico e histórico.
La cocina italiana se basa en ingredientes de calidad, de pura cepa como quien dice. Probablemente su esencia se sustenta en la calidad y no en la cantidad. Además de la técnica para constituir esos ingredientes, siglos, años, de excelencia en la producción de un determinado producto. La calidad está otorgada, muchas veces, por la especialidad que hay detrás de la elaboración de ese elemento. Pocos, pero sabores inolvidables.
Il cibo va (y viene)
Un documental que podemos encontrar en Netflix, muestra la transversalidad de la herencia culinaria italiana. Sus viajes en barcos, sus puertos y destinos. Cómo el arribo de la comida mediterránea se supo amalgamar con las costumbres de las tierras nuevas. Largamente en itMisiones hablamos de diferentes platos italianos bien mestizados con los productos misioneros, o sus acepciones. Mbeyú a la pizza, y mozzarella de mandioca, por nombrar algunos. También entrevistamos a quienes desde la raíz de sus itálicos antepasados supieron conservar las costumbres y cocinar desde la memoria de sus ancestros.
Pero, retornando a “il cibo va”, en este documental se toca a fondo y mediante experiencias cómo fue la adaptación de la dieta italiana y las costumbres que conlleva, en lugares como Argentina y Estados Unidos. Dos grandes receptores de italianos inmigrantes. Resulta interesante ver cómo fue ese proceso, cultura y social, para los italianos. Para quienes son descendientes de esos inmigrantes, las recetas combinadas, forman parte de esa italianidad que no tiene tierra. La que vive entre Italia y Argentina. Una que sólo se mantiene viva mediante el ejercicio, es atemporal y fusionada. Una Italia que en su tierra natal ya no existe (porque es la que migró en la memoria de los que vinieron).
Todo el mundo quiere ser italiano
Es así que la larga trayectoria de excelencia gastronómica italiana, pareciera asegurar la calidad en todos los productos que lleven ese “sello”. ¿A qué nos referimos? habrán escuchado alguna vez sobre productos elaborados en países fuera de Italia, con materia prima que no es italiana pero que ostentan esa calidad. Y en el packaging vemos la bandiera tricolore. O ciertos productos que dicen ser similares a aquel que tiene la denominación de origen, como aceto balsamico “tipo Módena”.
Cada lugar en el mundo tiene una gastronomía particular, que aunque haya sido heredada, fue perfectamente adaptada a esa tierra. Los productos con denominación de origen protegen justamente esa manera de elaboración y esos elementos para que perdure la tradición gastronómica. Sin embargo, intentando alcanzar esos estándares culinarios italianos, muchas marcas optan por elegir esos colores, nombres en el idioma del bel paese, entre otras estrategias de marketing.
¿La calidad italiana otorga prestigio? lo dejamos a criterio del lector.
